La cháchara

AlbertoR
2 min readJul 28, 2019

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Hoy voy a hablar de una de las muchas batallitas que tengo de los cada vez más lejanos años de facultad.

Durante las épocas de exámenes toda la colección de gestos, manías y supersticiones que nos dominan en momentos de tensión salen a la luz. Unos son más llamativos que otros, pero creo que nadie vive al margen. Yo, desde luego, no soy la excepción.

En su momento me di cuenta que para sacar el mejor rendimiento posible en un exámen tenía que llegar lo más limpio posible al momento en el que tocaba volcar los datos.

Nada pasarme la noche en vela, nada de ponerme morado a comer, nada de vestir excesivo, nada de repasar a última hora, nada de estresarme antes de tiempo y, por supuesto, nada de pensar la prueba justo antes de hacerla. Así pues, en los ratos previos no estaba para nadie. Esto es algo que no tenía demasiada historia cuando era a primera hora de la mañana pero que me convertía en un huraño cuando tenía lugar a la tarde.

Aquí entra en escena el protagonista involuntario de la historia, el auténtico héroe de la historia. Alejandro se llama.

Por azares de la vida, o más bien lógica pura y dura, hicimos muy buenas migas desde el primer momento. Teníamos muchos intereses en común, coincidíamos en prácticamente todas las clases, bajábamos (el campus está en la parte baja de la ciudad) a clases y exámenes juntos y teníamos muy claro cada uno el espacio personal del otro, lo que degeneró en una amistad duradera.

Pues bien, si conmigo no se podía hablar del examen antes de hacerlo, con Álex no se podía hablar después. El problema era grave y la solución sencilla era no hablar esos días, pero encontramos una mejor. No recuerdo de quién fue la idea o de si lo planteamos como tal, pero lo seguro es que convertimos ese momento de estrés insoportable en un reducto de paz.

¿Cómo? Pues… temas de los que podíamos hablar ambos sin estresarnos, sin que requirieran darle a la cabeza… Anda, ¡que a ambos nos gustaban los mismos deportes!

Así se convirtió en norma que uno y otro contara sus batallitas de Rácing de Ferrol, Atlético de Madrid, Lugo o Breogán y ese rato en cháchara intrascendente, pero necesaria.

Aún mantenemos esa costumbre.

Esta anécdota forma parte del #relatosDesconectar de Divagacionistas, espero que os guste.

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Written by AlbertoR

Desde las sombras todo se ve más claro

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