Os presento lo que es un alegato al pico.
En el mundo pre pandemia la gente salía a la calle, se acercaba, se tocaba y se besaba (nos entendemos). También en novelas, series y películas. El contacto físico estaba presente en absolutamente todos y cada uno de los ámbitos de la vida. Y me gustaba.
Me llamaba especialmente la atención cómo se mostraba todo esto en el cine. Los buenorros de turno se sentían tan atraídos físicamente que, muchas veces a las primeras de cambio, follaban. Y bien.
Pero aunque fuera por la excusa de las prisas del formato casi no se besaban, ya no digamos acariciarse o intercambiar detalles de complicidad o de cariño. Que sí, que las películas no reflejan la realidad, pero de algún modo sí y todos esos gestos deberían haber ocupado un espacio mucho mayor del que tenían. Supongo que habrá que preguntar en Disney.
150 caracteres después os presento al pico. Ese breve contacto entre labios, ese poco más que un roce pero que no llega a beso. Pero ¿qué ha pasado con el?
Supongo que del mismo modo que hay a quien le gusta la pizza, y los gatos -que debe ser todo el mundo- el pico debe tener un valor muy subjetivo, y ser casi invisible.
Ese aspecto en concreto es lo que tanto me gusta de el. Es un símbolo, es comunicación no verbal. Puede significar buenos días, te quiero, vamos a la cama, buenas noches, hasta luego, estoy de mal humor… o simplemente pienso en ti.
Demasiado como para que algo tan sutil pase tan desapercibido.
Segundo #relatosPicos para @divagacionistas
