Desperté y aún en la cama noté una punzada en la cabeza. No era dolor, era la decepción.
Amarga y ácida.
Cerré los ojos otra vez, con fuerza, y me ahovillé en la cama. Deseaba que todo hubiera sido un sueño, uno de esos terribles que me atormentan de cuando en cuando.
Pero no funcionó, la realidad seguía ahí.
Me rendí al poco. Me levanté y me aseé.
Las ideas y los sentimientos se arremolinaban, desordenadas, en mi cabeza.
Todas, malas.
Decepción, duda, culpa, malestar, miedo.
Si por mi fuera, no habría día D+1. Al menos no para mi.
No lo había planificado, no tenía claro qué hacer y desde luego que no estaba en condiciones para afrontarlo. Vivirlo era mi particular penitencia.
Pese a todo, traté de recomponerme.
Decepción, la decepción. Había destinado tanto a ese objetivo que lo que quería era un resultado acorde a ese esfuerzo. Pero me había quedado lejísimos.
La duda. ¿Por qué? ¿por qué? ¿por qué? Sabía que al menos tenía que hacer un análisis serio de lo que había pasado, y que me iba a doler muchísimo. Pero ese momento llegaría casi una semana después. Tenía unas conclusiones preliminares tan obvias como duras: Había errado el planteamiento.
Culpa. Es un poco penoso sentir alivio cuando el que se ha equivocado ha sido otro, pero ni ese consuelo tenía. Toda la responsabilidad era mía, no había otro a quien responsabilizar.
Me dieron ganas de llorar y me permití llorar, como en la víspera. No me alivió.
La culpa, la culpa, la maldita culpa.
Malestar. Noté, vaya si noté, el jodido mens sana in corpore sano. No tenía ganas de nada y no podía ni con mi cuerpo. Cada movimiento era una obligación.
Miedo, el jodido miedo, el demonio que me come y aniquila la vida y las ganas de vivirla. El día D era mi oportunidad de romper el círculo, de vencer a mi demonio, de empezar a vivir como me gustaría.
Y fracasé.
Con todos mis recursos, con toda mi alma, un fracaso de los de verdad, de los que marcan una vida.
Hablé, sin ganas, con mi círculo más íntimo y poco a poco fueron pasando las horas. Se acabó el D+1 aunque los que lo sucedieron no fueron mejores.
¿Renacer? Para el que quiera o pueda.
Este es mi particular #relatosRenacimientos para Divagacionistas
